Hay quien dice que no celebra Halloween, el "truco o trato" y toda la parafernalia que le rodea porque, según ellos, es una fiesta "importada". Algunos matizan más: "importada por el imperialismo americano".Yo suelo sonreír ante semejante osadía y desconocimiento, y trato de explicarlo con este argumento simple, sencillo, pero no menos verídico.
En Euskadi, muchos y muchas de las que se rasgan las vestiduras viendo como esa parte "descarriada" del pueblo vasco celebra una fiesta, según ellos, traída por el merchandising del poder, disfrutan celebrando una fiesta que ellos y ellas califican como "especialmente arraigada en la tradición coral vasca", una fiesta como la de Santa Ageda.
En el mejor caso, de existir, se dice que fue una señora italiana, que nunca cruzó los Alpes y menos los Pirineos, y que según cuentan los especialistas en historias macabras ligadas a su religión, le cortaron las tetas por su defensa inquebrantable de su cristiandad.
Defender que cantarle a esa señora es una tradición más propia que la de celebrar la noche de brujas resulta, cuando menos, cuestionable. Y si no, que se lo pregunten a cualquier vasco o vasca de menos de 30 años.
