Hay banderas que sólo se usan para tapar los crímenes de quienes las ondean. Hay quien grita para que no se oiga lo que tiene que ocultar. Hay personas que mienten más que hablan. Pero en estos tiempos digitales en que el pasado siempre está aquí porque nada se borra y las hemerotecas tienen las paredes de cristal, se ha vuelto casi imposible el silencio y han perdido influencia las versiones oficiales de la realidad: siempre hay alguien que escribe en la red, que fotografía, que difunde una conversación o filtra un documento. Ahora todos somos un poco investigadores y periodistas, la opinión se ha hecho democrática, popular, y a quienes manipulan en su beneficio la realidad ya no les es tan fácil dar gato por liebre sin que se les vea el plumero. Malos tiempos para los cínicos, tan frecuentes en el ámbito de la política y sus alrededores, porque actuarán igual que siempre, pero se les notará más.
Isabel Díaz Ayuso y su consejero de Sanidad han dado demasiadas explicaciones distintas sobre el documento en el que se exigía no ingresar a derivados de las residencias en hospitales, como para no resultar sospechosos:
-primero dijeron que no existía;
-primero dijeron que no existía;
-después, que era nada más que un borrador;
-luego, que en cualquier caso no tenía validez legal;
-y finalmente, que fue enviado por error.
-luego, que en cualquier caso no tenía validez legal;
-y finalmente, que fue enviado por error.
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La amparan el presidente de su partido, la ultraderecha y Aznar al mando de su FAES. Ciudadanos sigue mirando para otra parte, pero ahora ya en los dos sentidos de la expresión, e incluso la prensa conservadora la vapulea sin disimulos. Es difícil ser la heredera de Esperanza Aguirre pero sin ser Esperanza Aguirre. Quien imita lo bueno lo trata de igualar, quien imita lo malo siempre es para empeorarlo.