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Trump responde al prototipo de político populista y demagogo que nunca se ruboriza por muy escandalosas que sean sus mentiras, partidario del divide y vencerás, dispuesto a llevar su posición al extremo sin importar las consecuencias y que toma medidas que solo contribuyen a agravar la fractura política y social del país. No confía en nadie más que en si mismo y por eso su nivel de aislamiento es cada vez mayor, tanto a escala nacional como internacional.
Fortalecido políticamente tras superar el impeachment y controlando totalmente su partido, Trump elude sus responsabilidades por el coronavirus y su deber de unir el país y se atrinchera en la Casa Blanca reivindicándose como el presidente de la ley y el orden.
En cinco meses, unos Estados Unidos polarizados y fracturados socialmente deberán decidir si este es el liderazgo que quieren seguir teniendo cuatro años más.