Visto desde fuera, a media distancia, parece razonable pensar que si Podemos ha podido gobernar cuatro años con el PSOE (y viceversa), sería extraordinario que no alcanzara un acuerdo con Sumar (y viceversa, sería insólito que Sumar no consiguiera atraer a Podemos a su proyecto). Solo hay un asunto que puede echar al traste esto y cualquier otro objetivo: Los malditos personalismos y cultos al líder carismático/a.
Eso sí, siempre hay excusas que pueden incluso aparentar ser razonables:
He oído muchas veces el argumento que defiende la tesis de que en realidad la izquierda se divide porque no tiene una voluntad de poder tan fuerte como la derecha. Esta tesis puede servir de consuelo para algunos/as, pero no me resulta convincente, puesto que, en mi opinión, y por definición, quien se mete en política y ocupa posiciones de liderazgo lo hace con el fin de alcanzar el poder y promover desde el mismo los intereses e ideas que defiende.
Eso sí, siempre hay excusas que pueden incluso aparentar ser razonables:
elpais.com/opinion |
Podemos se negó a ir porque exigía acordar el procedimiento de las primarias antes del acto de presentación de Yolanda Díaz el pasado domingo, como si el acuerdo sobre una cuestión procedimental fuera más importante que el lanzamiento de la candidatura. Excusa ridícula si no ocultase las verdaderas: "Y de lo mío, ¿que?".
He oído muchas veces el argumento que defiende la tesis de que en realidad la izquierda se divide porque no tiene una voluntad de poder tan fuerte como la derecha. Esta tesis puede servir de consuelo para algunos/as, pero no me resulta convincente, puesto que, en mi opinión, y por definición, quien se mete en política y ocupa posiciones de liderazgo lo hace con el fin de alcanzar el poder y promover desde el mismo los intereses e ideas que defiende.
En fin, la cosa ha empezado con un importante desencuentro, pero esto, después del verano, en la historia de las izquierdas, debería recordarse como una anécdota menor.