Moreno Bonilla quiere pasar a la historia como el político que se cargó el Parque Nacional de Doñana, una labor verdaderamente encomiable, ya que los sucesivos gobiernos socialistas en Andalucía llevaban lustros haciendo el trabajo sucio, machacando Doñana, abandonándola a su suerte, permitiendo regadíos ilegales y provocando catástrofes medioambientales una detrás de otra. Según ingresan en la oposición, los prebostes del PSOE se ponen la chaqueta ecologista, la chaqueta progresista o la chaqueta de pana, lo que sea con tal de pillar cacho.
Ya en 1986, Alfonso Guerra, director del Patronato de Doñana, dijo que le parecía exagerado hablar de desastre ecológico después de que el uso indiscriminado de pesticidas acabara con la vida de unos 27.000 patos.
Pero Moreno Bonilla se ha puesto de parte de los agricultores y de los dueños de los campos de golf, que crean tantos puestos de trabajo, ya sea recogiendo pelotas o aguacates. Tiene mucho mérito no sólo haber arrebatado a los socialistas su feudo al sur de Despeñaperros, sino enseñarles a destrozar Doñana de una vez por todas, hasta que no quede un pato vivo.