La campaña del PP ha sido desastrosa. Nadie puede dudar que, de los tres elementos que configuran una campaña, dos, el candidato y el mensaje, han constituido un error de proporciones monumentales.
Que un candidato, Presidente en ejercicio, se haya negado a acudir a todos los debates que se le hayan propuesto, con los más peregrinos argumentos, es insólito.
Pero el mensaje del PP tampoco ha calado. Se ha demostrado lo evidente: que Galicia no es Chamberí, ni el Barrio de Salamanca.
El tercer elemento, el partido, no ha salido indemne. El PP de Galicia está perdiendo su aura de imbatibilidad. Su credibilidad y legitimidad están en horas bajas. El cuerpo social que representa está adelgazando a ojos vista.