En España tenemos una derecha predemocrática y que desde el punto de vista de la cultura política está más cerca del franquismo que del sistema consagrado por la Constitución.

martes, 30 de septiembre de 2025

«Los dictadores odian a los intelectuales libres»
Unamuno, el hombre necesario,
por Pablo Zapata.

Ayer, Pablo, publicó este articulo en El Correo, que he disfrutado leyendo y aquí lo comparto:
lectura.kioskoymas.com/Unamuno/Pablo Zapata:

Había una vez en Bilbao una plaza, con una columna, que sustentaba una cabecita, cabecita que todo el mundo miraba y pocos conocían quién era el dueño de aquella testa bronceada. Ese individuo es don Miguel de Unamuno y Jugo, el bilbaino (con diptongo) más universal, el que situó a Bilbao en el mapa del mundo, uno de los grandes pensadores del siglo XX, y que nació en Bilbao el 29 de septiembre de 1864 en el número 16 de la calle Ronda. Un hombre insobornable, fiel a sí mismo, liberal, que mantuvo una línea de actuar consecuente, que no cambió ante nadie; cambiarían las circunstancias.
Si sería importante, que se escribía con los más eximios pensadores. Son decenas los que lo admiraban y a los que, cuando iban a saludarle a Salamanca, hacía de cicerone con la asombrosa sencillez de un gran sabio. En aquella España llena de analfabetos, caciques, sables, sotanas y nostálgicos de imperios era difícil que encajara un sabio independiente, escritor profundo y prolijo, que leía en doce idiomas, que fue tres veces candidato al Nobel, doctor honoris causa por Oxford y Grenoble, catedrático de la Universidad de Salamanca durante 43 años, rector de la misma durante 19 y nombrado rector perpetuo cuando se jubiló. Como liberal y valiente, no se doblegó ante nadie.
Protestó contra el juicio a José Rizal, el intelectual independentista filipino al que, a los 35 años, fusilaron en 1896. Esos mismos mataron a don Miguel el mismo día 40 años más tarde. En los momentos de conflicto, los primeros que caen son los poetas.
Escribió con dureza contra Alfonso XIII y Primo de Rivera por haber traído la Dictadura de 1923 a 1930. Primo de Rivera lo desterró a Fuerteventura privándolo de empleo y sueldo. En la isla, Unamuno recibió apoyo de importantes pensadores europeos, como un grupo de intelectuales alemanes que lo califican de «valiente luchador, gran poeta y filósofo» que ha «soportado con noble orgullo» el exilio y le saludan «con motivo de su gloriosa vuelta del honroso destierro». Merece especial atención Einstein, que le mandó un telegrama de apoyo. «Los dictadores odian a los intelectuales libres», había escrito el bilbaino. El pueblo dormía.
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Cuando se produjo el golpe de Estado, Francia e Inglaterra quisieron apoyar al Gobierno legítimo de la República, pero por miedo a enfadar a Hitler, que era de la misma ralea que Franco y Mussolini, no se atrevieron. Tuvieron miedo. Cuando el levantamiento de Franco, en un principio Unamuno le dio su apoyo para que trajera la paz, pero cuando vio que los que venían a imponer su paz eran peores y vengativos, «que venían a luchar contra el espíritu de la República», estalló en un acto suicida en el paraninfo. Preso en casa, se retractó por escrito de su inicial apoyo. Luego lo asesinaron en su domicilio, sí, lo podemos afirmar en un 90%. Se nos ha engañado durante decenios.
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Unamuno, más necesario que nunca, hoy no se habría callado. «La libertad no es un estado sino un proceso; solo el que sabe es libre; solo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamientos. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura».