"Nos gustan las cañitas. Somos callejeros, somos de Madrid, nos gusta la fruta".
Este discurso condensa las claves del éxito de Ayuso. A sus votantes les entusiasma lo que a tantos nos desgrada: la vulgaridad, la zafiedad, la incultura. Ayuso posee esas cualidades en dosis superlativas y por eso seguirá ganando elecciones.
Este discurso condensa las claves del éxito de Ayuso. A sus votantes les entusiasma lo que a tantos nos desgrada: la vulgaridad, la zafiedad, la incultura. Ayuso posee esas cualidades en dosis superlativas y por eso seguirá ganando elecciones.
Hace tiempo que las elites descubrieron que ya no hacía falta dar golpes de estado. Para gobernar, es suficiente conquistar a las masas mediante la manipulación, el engaño y la retórica de cartón piedra. El viejo sueño ilustrado de una sociedad de ciudadanos libres, responsables e informados nunca se realizó. La ignorancia, la ordinariez y la chabacanería están mucho más extendidas que la prudencia, la inteligencia y el anhelo de aprender. El fascismo solo es la exacerbación de ese fenómeno. Pablo Motos, Susana Griso, Ana Rosa Quintana, Iker Jiménez y otros intoxicadores profesionales trabajan conjuntamente para que la libertad, la solidaridad y la inteligencia mueran bajo toneladas de basura mediática.
Los mensajes de Ayuso producen un fuerte impacto en el cerebro reptiliano, esa fosa de la psique donde residen los impulsos más primarios. No importa que confunda Alcalá de Henares con San Fernando de Henares o que no sea capaz de hilar dos frases coherentes sin la ayuda del pinganillo. Sus carencias y su chulería son sus mejores bazas. La España de Torrente, Aznar y Miguel Ángel Rodríguez avanza mientras la España de Antonio Machado, Miguel Hernández y García Lorca se retuercen de impotencia. Nos esperan tiempos aciagos.