El presidente norteamericano consigue que su estupidez, aderezada con dosis de narcisismo, despierte admiración en ciudadanos que se identifican con él pese a no tener nada en común.
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Ayuso se ha rodeado de escoria y no sabe comportarse de otra manera. Es en lo que ha sido educada. Lo ha visto en casa. Haciendo negocios con mascarillas mientras los madrileños se morían ahogados, cobrando préstamos públicos que luego no devuelven, juntándose con un delincuente confeso al que se acusa de pertenencia a banda criminal.