Cualquiera que hubiera venido de otro mundo y hubiera aterrizado en el State Farm Stadium de Arizona habría pensado que se encontraba en medio de un aquelarre de una secta ultrarreligiosa y ultraconservadora.
Lo que seguramente no podría imaginar esa persona de otro mundo es que en el State Farm Stadium se encontraba medio gobierno del país más poderoso del mundo, EEUU, con su presidente a la cabeza, Donald Trump, celebrando un funeral.
Las imágenes del memorial en el que decenas de miles de personas y prácticamente la totalidad de los miembros del Gobierno de Donald Trump rindieron tributo al influencer ultra Charlie Kirk el pasado domingo en Arizona, no son fáciles de asimilar.
Y los discursos que pronunciaron distintas personalidades públicas y representantes políticos en el evento tampoco son fáciles de escuchar.
Porque aunque el fanatismo religioso y la violencia son consustanciales a la historia norteamericana, también lo es la idea de que la democracia es sagrada y de que su esencia, de algún modo, tiene que ver con el pluralismo y la tolerancia, siempre dentro de los límites de la cultura norteamericana.
publico.es/opinion//pais-fanatico-mundo-cruzada-trump
Lo que seguramente no podría imaginar esa persona de otro mundo es que en el State Farm Stadium se encontraba medio gobierno del país más poderoso del mundo, EEUU, con su presidente a la cabeza, Donald Trump, celebrando un funeral.
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El presidente de EEUU, Donald Trump, y Erika Kirk, viuda de Charlie Kirk, se abrazan durante el servicio conmemorativo público en honor del activista de derecha Charlie Kirk en el estadio State Farm de Glendale, Arizona, el 21 de septiembre de 2025. www.eldiario.es/ |
Las imágenes del memorial en el que decenas de miles de personas y prácticamente la totalidad de los miembros del Gobierno de Donald Trump rindieron tributo al influencer ultra Charlie Kirk el pasado domingo en Arizona, no son fáciles de asimilar.
Y los discursos que pronunciaron distintas personalidades públicas y representantes políticos en el evento tampoco son fáciles de escuchar.
Porque aunque el fanatismo religioso y la violencia son consustanciales a la historia norteamericana, también lo es la idea de que la democracia es sagrada y de que su esencia, de algún modo, tiene que ver con el pluralismo y la tolerancia, siempre dentro de los límites de la cultura norteamericana.
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