Tal como se podía leer ayer en EL PAIS, Euskadi puede competir con Noruega, Islandia y Australia en la clasificación que mide los índices de desarrollo humano más elevados del mundo. Naciones Unidas elabora cada año una estadística que mide el bienestar social y progreso de casi todos los estados del planeta tomando como referencias la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización de adultos, la matriculación en los distintos niveles de enseñanza y el nivel de ingresos de la población. Aplicando estos baremos, Euskadi se sitúa entre los lugares más desarrollados del mundo, solamente superada por Noruega e Islandia, según los resultados de un informe del Eustat que ha aplicado la misma metodología que usa la ONU.
O sea se, que para el que no se empana, traducido implica que tenemos más de una razón para mostrarnos como colectivo bastante más felices de lo que lo hacemos en general. Eso no quiere decir que no tengamos derecho a protestar por algunas injusticias que nos puedan circundar o que no tengamos derecho a exigir algo que pensemos que nos corresponda, pero la contundencia de las protestas de algunos y las adjetivaciones con que nos deleitan esos otros cuando abren la boquita, recordándonos una y otra vez que no se sacian con nada y que todo les parece una mierda, nos debería animar a mandarles a que se den una vuelta al globo por determinados puntos previamente señalados para que se den cuenta de la enorme estupidez mental que supone, entre otras cosas, quemar cajeros o autobuses públicos, en su propio País, para protestar o reivindicar cualquier cosa.