Tiene su origen en una arraigada superstición de origen irlandés que dice que si el 2 de febrero está nublado, el invierno terminará antes de tiempo. Si ocurre lo contrario, el invierno será largo.
*En esta película el protagonista se ve condenado a revivir, una y otra vez, el mismo día. En Euskadi, la política a veces nos recuerda a dicha película. Vivimos situaciones similares ciclicamente, no conseguimos salir de la espiral en la que nos encontramos metidos, repetimos los mismos argumentos y apostamos por las mismas soluciones, esas que innumerables veces se han demostrado como ineficaces y escasamente válidas. Esperemos que, como en la peli, no sin esfuerzo e imaginación, consigamos también el final feliz.