Empresas, grupos, asociaciones, e incluso partidos políticos, inician periódicamente campañas para ganar clientela, socios, apoyos, o votos, según los casos. No seré yo quien opine que semejante actividad sea mala o perjudicial, si bien habría que matizar que, como casi todo en la vida, según cómo se hagan las cosas una buena idea puede resultar desastrosa tras su aplicación.
Así campañas publicitarias de empresas, telefónicas normalmente, a la caza y captura de nuevos abonados, terminan resultando tan atractivas, que los nuevos clientes gozan de condiciones mejores que aquellos que han mostrado una secular filiación, incluso, en los momentos iniciales o en los mas duros de la compañía. Y "las dos grandes" telefónicas de este país no son ajenas a estas iniciativas.
Parecido ocurre cuando partidos a la caza del voto, salen a la búsqueda de nuevos apoyos, olvidándose de los más cercanos, dando por hecho una fidelidad y una lealtad inquebrantable en un mundo cada vez mas abierto, donde las ofertas llegan por múltiples canales, y hace tiempo que se ha perdido el monopolio de la información "verdadera".
Cuando hablamos de un engranaje compuesto por múltiples piezas, si queremos que éste funcione regularmente, necesita de sus dosis periódicas de "mantenimiento" para el cuidado de las piezas "con mas rodaje", además de lo que se pueda invertir en aumentar la maquina en cuestión con nuevas partes, pedazos o porciones. Igualmente, una teoría similar habría que aplicar en las agrupaciones voluntarias de personas.
Y no hacerlo así, cuando las compañías de servicio eran únicas y encima te decían aquello de "lo tomas o lo dejas", había que tragar, pero ahora que hemos subido unos peldaños, tenemos el horizonte mas amplio y menos miedo a lo teóricamente desconocido, si fuera "ejecutivo" de ese tipo de empresas o entidades, el tipo de campañas de ese calibre las replantearía.