Si esto es así, y parece que no hay por qué dudarlo, como primera impresión, me han venido a la cabeza los siguientes comentarios:
Curioso que supuestas alternativas, todas ellas más a la izquierda y más radicales desde todos los puntos de vista que el PSOE, se presentan divididas alcanzando cada una de ellas un trío de representantes, arriba o abajo, mostrando por un lado la pluralidad del país (versión optimista) y por otra la incapacidad de acordar políticas y consensos (versión más realista). Si todos ellos van a proponer mas mejoras sociales y más autonomía para el territorio, visto desde fuera, parecería razonable unir fuerzas y multiplicar los efectos positivos de la Ley de Hondt. Pero ... ¡hostias!, cada uno prefiere amarrar su chiringuito y asegurarse su rebaño y su trozo de pastel. ¡Allá ellos y ellas!
Y dejando a las gaviotas que sobrevuelen su propia escombrera, ahora lo llaman espionaje, me quedan las dos grandes alternativas, o los dos grandes pilares sobre los que la gran mayoría del país depositamos nuestra confianza. Igualados, mirándose de riojo y tirándose metafóricamente hablando, los trastos a la cabeza, en un alarde de ejercicio de la política estilo siglo XX tirando a XIX.
¿No les da pereza a los unos empezar a negociar con los grupitos (dicho con todo el respeto) tan desunidos entre ellos, e incluso algunos dentro de ellos, que más parece que la alternativa podría terminar en una jaula de grillos estilo gobierno judío, donde un partido radicalote religioso extremista puede decidir en el gobierno del país de manera desproporcionada a su representación social?
Y por otro lado ¿No hay que tener una predisposición especial a la autodestrucción y a terminar como el rosario de la aurora para empezar a negociar con los chicos y chicas de Rajoy, espías incluidos, un pacto de gobierno para Euskadi?
En fin, que no voy a insistir en mi solución porque de sobra es conocida pero cada vez estoy más convencido. A partir de hoy intentaré sacar un post diario sobre la campaña, a sabiendas de que a corto plazo quizas predique en el desierto, pero con la esperanza de que éste, el desierto, sea corto y pequeñito. Algunos siempre me han acusado de exceso de optimismo, pero yo ya empiezo a entrever la luz al final del tunel.