Cuando oigo decir que el PP y el PSOE se han quedado solos en la defensa de la reforma electoral, me entre una risa tonta pensando si quienes lo dicen lo hacen recordando a aquellos redactores británicos que, cuando había niebla en el canal y los barcos no podían atravesarlo, titulaban la noticia meteorológica con aquel "la niebla deja aislado al continente".
Si ambos partidos apoyan una ley, salvo catástrofe impredecible, sacan adelante su proyecto con holgada mayoría y sin mucho margen de maniobra para discutir en lo relativo a la posible diferencia de votos. Además, en este caso concreto, en lo referente a esta ley, saben que cuentan con el apoyo de la inmensa mayoría de la población. Y en Euskadi, también.
Y, desde luego, lo que me parece aberrante en seguir insistiendo en que esto limita la libertad de opciones políticas, vulnera derechos fundamentales y libertades básicas, que se rasguen las vestiduras porque vean que se pretenda amputar el mapa electoral y bla, bla, bla, ..., como parece ser que siguen insistiendo los Joseba Egibar y compañía, para no se sabe bien si rascar votos precisamente en el sector que dicen ver desamparado.