La cascada de declaraciones de los distintos líderes del nacionalismo institucional llevan nuevamente a muchos votantes a la realidad y al pesimismo total.
Para desgracia del nacionalismo institucional, ese que auguraba esperanzadores cambios en su trato directo con la sociedad, sus líderes siguen anclados en el “ser” para poder “hacer”, justo en estos momentos en que la sociedad demanda más “hacer” para llegar a “ser”, cuando además, los “no nacionalistas” día tras día no cejan en su empeño de vender la importancia del “hacer” para llegar a “ser”
Me imagino que entre el nacionalismo institucional tiene que haber al menos media docena de asesores que no son capaces de visualizar más allá de sus propios ombligos, y me explico.
Hablas con cualquier joven entre 18 y 35 años, no comprometido con ningún partido político y que no vive para nada la política, por cierto la inmensa mayoría, y le haces unas sencillas preguntas:
La primera, ¿eres vasco?, la respuesta en el 100% de los casos es afirmativa, ya he matizado que son jóvenes sin ningún compromiso político, pero dicha afirmación señores consultores no implica que su primer objetivo en esta vida sea la independencia de su país, ni tampoco el derecho a decidir, sus primeras prioridades en la vida son: “la pasta”, el trabajo, los estudios, la próxima juerga, una ONG, el próximo viaje a esquiar, los amigos del Tuenti… o como mucho la libertad del pueblo palestino pero nunca el derecho a decidir.
Lógicamente si les preguntamos, ¿estas de acuerdo con el derecho a decidir?, sin darle a la pregunta ninguna connotación partidista, el 100% contestará afirmativamente, lo cual no significa que opinen que es una prioridad social.
En resumen, algunos de nuestros jóvenes viven tan bien, que su mayor preocupación es como van a seguir viviendo tan bien y los que viven mal, lo único que desean es convertirse en esa parte de la juventud que vive tan bien.
Si a todo lo anterior, le sumamos que vivimos en un momento de crisis y que la mayor preocupación es la posibilidad de dejar de vivir tan bien, el hablarle a un joven vasco para ganar su apoyo electoral sobre el derecho a decidir es perder el tiempo y un voto.