Felicidades a todos los que apostábamos desde hace años por este tipo de noticias. Parece que poco a poco, las aguas vuelven a su cauce y las fuerzas fácticas se dan cuenta de que en tiempos de crisis seguir apostando por aspiraciones intangibles dan menos rédito electoral que si hablamos de cosas concretas y cercanas.
Los dos grandes partidos vascos han sellado un acuerdo histórico. Podríamos dejarlo así. Lamentablemente todo tiene su aquel, y esta historia, también. Sin dejar de ser importante que el final haya sido un estrechamiento efusivo de manos, hay que recordar cómo se ha llegado al punto de encuentro, y eso, lamentablemente, no ha sido de una manera, digamos, buscada amigablemente por ambas partes.
La política de ambos partidos parece que ha sido complementaria. Me explico. Uno ha jugado a no hacer nada o a hacer muy poco a no ser que le aprieten los machos, y el otro ha jugado a esperar a tener la oportunidad de apretarle los susodichos a no ser que suelte algo. La situación ha tardado en producirse pero, como dice la canción, todo llega mas tarde o más temprano y, habiendo acuerdo, todos contentos, si bien la felicidad está justificada por el resultado y no por el desarrollo y las formas de llegar al mismo. Unos salen contentos porque han salvado sus "bolas" y otros, aun quedando ante el resto como "tocapelotas", ante sus huestes pueden mostrar triunfantes su botín.