El terrorismo de inspiración nacional pierde todo el sentido, si alguna vez lo tuvo, cuando Euskadi comparece en Shanghai con su economía y su cultura de dos millones de habitantes frente a un gigante de más de mil millones. Además, a los que les duela que Euskadi no organice sus fronteras debería consolarlos que las fronteras de España y de Francia, y con ellas sus almas nacionales, son una realidad cada vez más ridícula, más folclórica, más patéticamente futbolera.