LA Línea Maginot fue una línea de fortificación y defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial. Este gran muro de contención fue fruto del temor y de la incapacidad de convivir entre los pueblos de Europa. Aunque no exista físicamente, se asume que existe en la sociología del Pueblo Vasco una línea impermeable e infranqueable, en la que se está a un lado u otro, y en la que el tránsito y la relación es imposible. Es nuestra Línea Maginot.
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Este discurso egocéntrico tiene una consecuencia muy clara en nuestra sociedad, nos retroalimentamos en nuestras convicciones pero no avanzamos, de forma que se agranda la brecha que nos separa, y repele a todo ese gran sector de la sociedad que se niega a jugar por los extremos. Hemos apostado por autoconvencernos y formar "nuestro pueblo" pero hemos renunciado a construir "un pueblo".
Existe además un hastío, un cansancio y un desapego social creciente con la clase política que deslegitima e imposibilita la implicación social con causas que hasta hace pocos años eran sagradas.
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Debemos poner los pies en la tierra, alejarnos de voluntarismos utópicos que lo único que hacen es crear falsas expectativas y espejismos de ilusión a corto plazo que a medio plazo se convierten en frustración y resignación.
Tenemos la realidad social de país que tenemos y no la que a algunos les gustaría tener, pero éste es nuestro pueblo, y lo tenemos que querer como es, para de ahí en adelante cimentar con solidez el futuro que nos gustaría que tuviera.
No caigamos en el optimismo ciego ni en ingenuidades que mezclan los deseos con la realidad, no aceptemos gato por liebre. Pero ante todo no olvidemos que cuando todo esto pase, cuando las armas callen para siempre aún nos quedará un gran reto, el paso que nos una definitivamente como pueblo y que finalmente nos permita caminar más unidos hacia la libertad, nuestra asignatura pendiente, en definitiva, el reto de que caiga nuestra Línea Maginot..
De Xabier Irazabal