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domingo, 24 de octubre de 2010

La verdadera diferencia entre ciencia y religión


"Las verdades de la religión son universales y eternas. Y sin embargo las explicaciones científicas, lo que podríamos llamar las doctrinas de la ciencia, cambian con el tiempo. Esto, más que ninguna otra cosa, separa a las religiones del mundo del conocimiento científico: la absoluta certeza del conocimiento religioso frente a la absoluta falta de certeza del conocimiento científico". Así comienza un interesantísimo artículo sobre el tema publicado en amazings.es.

Más que la existencia o no de un dios creador que se interesa por cada uno de nosotros, más que la duda sobre si todo lo que ocurre tiene o no sentido, la ciencia es radicalmente distinta de la religión porque duda constantemente. Mientras que todas las religiones se basan en la absoluta certeza, incluso hasta renunciar a la lógica, incluso hasta creer sin necesidad de (o en contra de) las pruebas.

Ésta es la característica que diferencia sobre todo a las personas que se dedican a una y a otra cosa: la disposición a cambiar de opinión. Quienes no se sienten cómodos en un mundo carente de certezas encuentran la ciencia frívola, cambiante, tan sólida como arenas movedizas; sólo la absoluta certidumbre de una buena religión puede proporcionarles el ancla cósmica que necesitan. Para quien gusta de conocer las razones que hay debajo de todas las explicaciones el tener (en el fondo) una única respuesta inamovible a todas las preguntas (porque la deidad así lo quiere) provoca unconfinamiento intelectual insoportable. No hay duda de que existen personas que concilian la práctica personal de una religión con un perfectamente adecuado trabajo científico, pero en el fondo son la excepción. Porque estos dos tipos de personalidades no son sencillos de conciliar.

Por supuesto que hay personas religiosas capaces de poner en cuestión los dogmas y de aplicar la lógica con honradez intelectual. El problema es que si lo hacen fuera de la zona de filigrana teológica aceptada por su iglesia particular pronto acaban expulsados, perseguidos, o fundando una nueva religión.

En principio un gran científico tiene que estar dispuesto a tirar por tierra la teoría a la que dedicó su vida si los resultados experimentales la contradicen; con todo lo que eso conlleva de coste personal. Justo lo contrario es la marca del gran religioso: ser capaz de mantener una fe inamovible aun en presencia de las más contundentes pruebas en contra. Teniendo en cuenta que a los humanos nos molesta desconocer cosas, lo realmente impresionante es que en la historia de la ciencia encontramos ejemplos de lo primero. Vivir en la duda puede ser al menos tan heroico como morir por una certeza, pero ambas cosas son radical y profundamente diferentes. Y por eso, se argumente como se argumente, incompatibles.