300 días para aprender las reglas de un nuevo juego, el del multipartidismo, que los partidos viejos y nuevos utilizaron para impulsar sus propios intereses y mostrar su incapacidad de acuerdo por egoismos internos.
300 días de un Gobierno en funciones, incapaz de tomar decisiones fundamentales para el futuro del país, con un partido corrupto que ha sido incapaz de ofrecer una alterntiva de acuerdo a la oposición.
300 días de parálisis en los que el PP se agarró a su doble victoria en las urnas para camuflar el estado de ruina de una corrupción a la que no ha sabido dar respuesta.
300 días de fracaso. Si el PP hubiese tenido una visión más abierta y de país, con la dimisión de Rajoy y toda la vieja guardia corrupta, con una autocrítica sincera, hubiese podido dirigir un gobierno de amplio consenso durante 2016.
300 días de fracaso. Si Podemos hubiese mirado fuera de su ombligo, se hubiese abstenido ante una propuesta de gobierno PSOE-Ciudadanos, que siempre será mejor que otro gobierno Rajoy.
300 días de fracaso. Si el PSOE no se hubiese mostrado tan dividido durante estos meses, y si los barones y fuerzas fácticas, impropias de gobiernos "progres", hubiesen sido puestos en su sitio por la afiliación.
300 días de fracaso. Si Ciudadanos no se hubiese obcecado con Podemos y no hubiese puesto vetos absurdos e innecesarios.
300 días de fracaso. Si los nacionalistas de aquí y de allá no se hubiesen mostrado tan cerrados a sus propios intereses y hubiesen apostado por el medio plazo y no por el "y de lo mio, ¿qué?".
300 días de fracaso, de los que la ciudadanía tendrá que sacar sus propias consecuencias.