Sabíamos de las zafiedades y fanfarronadas de Trump. Nos consta que la mayoría de los prebostes republicanos renunciaron a su condición de líderes, se sumaron a la corriente de opinión popular y no se atrevieron a despachar al candidato televisivo cuando estaban a tiempo.
Lo que ha puesto de manifiesto el escándalo aireado por los medios cool es que estamos intelectualmente desarmados frente a la antipolítica y el populismo.
Que la última batería de munición de que disponemos para frenar al machote Trump sea estirar el chicle de la corrección política y publicar una conversación privada que tuvo en 2005 provoca escalofríos.
La combinación dinero-poder-dominación deja indefensas a infinidad de personas -en este y muchos casos mujeres- ante según qué comportamientos. De nuevo hemos convertido en objeto a esas mujeres. Ahora para sostener la noble causa de acabar con Trump. (www.elmundo.es/opinion)