En Murcia ocurren cosas muy raras, empezando por su presidente, quien se ha ido incorporando a la trama de corrupción urbanística con prudencia, como el que se mete a una piscina de mierda paso a paso, para que no salpique. Primero los tobillos, luego las rodillas, después la cintura, los sobacos, el cuello, y ahora, tras la imputación judicial, la marea negra ya le llega a la barbilla.
Por suerte, el PP es un partido con recursos que no se arredra ante el acoso judicial y Mariano ya ha pedido, con su calma habitual, respeto a la presunción de inocencia de Pedro Antonio Sánchez. El cual se encuentra a un solo paso de los mensajes de ánimo al estilo Luis Bárcenas y a dos de ingresar en la abigarrada cofradía de “esa persona de la que usted me habla”.
Dicen que hace poco se publicó un anuncio en la sección de contactos de un periódico murciano que decía literalmente: “Señora de 70 años, casi viuda, desea conocer señor entre 70-75 años, con mismos deseos, aficiones, para pasar buenos momentos”. Parece ser que la imputación y la viudez son experiencias elásticas que hay que conocer paso a paso. Si es en Murcia, mejor que mejor.