Está previsto que mañana ETA ponga a disposición de una serie de supuestos verificadores internacionales -quienes, junto a una plataforma de grupos abertzales se autodenominan, para más inri, artesanos de la paz- un arsenal compuesto por unas 55 armas cortas, algunas largas, 2.500 kilos de diferente material explosivo y material para la confección de bombas, todo ello guardado en 45 bidones escondidos en zulos diseminados en la zona fronteriza de Francia con el País Vasco.
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Y a ese gesto de la banda le acompañarán toda una serie de actos en Bayona, que incluirán conferencias de mediadores, manifestaciones en apoyo al proceso de paz defendido por los herederos de Batasuna, fotografías y toda clase de numeritos casi circenses de exaltación. Una romería auspiciada por Sortu y EH Bildu que pretende trasladar a la opinión pública la idea de que el desarme responde a una "voluntad generosa de ETA", como consecuencia de la «superación de un conflicto sin vencedores ni vencidos». ¡Ya!
Lo único que puede hacer ETA es disolverse definitivamente. Sin condiciones ni contrapartidas de ningún tipo. El desarme de mañana de Bayona es un auténtico paripé, que sólo sirve para dar notoriedad a una organización desahuciada.
Primero, porque las fuerzas policiales y el CNI saben que la banda no va a entregar todas las armas en su poder. Serán lo que sean pero tontos no.
Y, segundo, porque si ETA quisiera proceder de una vez a su desarme real, como paso previo a su disolución, bastaría con que comunique a las fuerzas de Seguridad dónde tiene todos sus zulos para que sean las que verifiquen la operación. A estos cuerpos le corresponde esta tarea, y no a unos "verificadores de paz" que se han prestado al vergonzoso juego de hacer seguidismo del nacionalismo abertzale radical.