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Tenemos un problema cuya dimensión real era difícil de intuir. Como sucede con un iceberg, capaz de hacer naufragar al Titanic, desde la superficie no se podía adivinar… pero es bárbaro.
Durante años, los políticos se han hecho un currículum más o menos rutilante, pero con el pequeño inconveniente de ser en muchos casos falso. Algunos han corrido ahora a borrar sus delirios de grandeza, otros están de perfil confiando en capear la tormenta sin verse bajo los focos.
Así pues, como en el caso de la amnistía fiscal para regularizar a quienes tenían parte de su patrimonio oculto, se trata de dar un plazo para regularizar las mentiras de los CV. Es justo. No se puede perseguir una cabeza, porque habría que cobrarse muchas.
El Gobierno, con el consenso de todos los partidos, habrá de activar un plazo de amnistía para borrar las milongas antes de decretar tolerancia cero...