Ayer llegó el nuevo. Dadas las circunstancias, en este camino tan largo que tanto acorta la paciencia, no sé si recibimos a 2022 con más carga de miedo y prevención que de esperanza e ilusión, pero aquí está el recién llegado y habrá que darle una oportunidad antes de denostarlo.
Tenemos por delante más de trescientos días, con sus noches, sus amaneceres y sus ocasos. ¡Que podamos verlos! O, mejor, que podamos vivirlos en el sentido filosófico del término.
Brindo porque tengáis, porque tengamos ese Feliz año nuevo.