en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 3 de enero de 2022

Confieso que vivir se está haciendo cada año que pasa más valioso.

Después de dos años con la muerte en los talones, con el miedo a respirar cerca de otros, encerrados en burbujas aún más pequeñas y flotando cada una en su espacio como pequeñas celdas; después del paso de una peste y de la esperanza de que cambiara el mundo a su paso; después de encontrarnos más desnudos eligiendo más bares en vez de más sanitarios; después de redescubrirnos tan primarios, bobos y brutalmente egoístas como cavernarios;  después, se hace difícil seguir creyendo en la especie humana.

En estos días de transición me pregunto qué me pido como ser humano, como hombre, como padre, como hijo, como amigo, como ciudadano, como terráqueo incluso. Es decir, me pregunto qué me pido para mi vida y confieso que vivir se está haciendo cada año que pasa más valioso. Estar, no hace falta ni ser, solo estar, porque he aprendido a hacerlo a mi modo.

Me ha costado muchos años aprenderlo y tenerlo tan claro: estar es fabuloso. Supongo que de eso va el discurso de Pepe Mujica que se ha convertido en himno o en el avemaría de los ateos que aspiramos a hacer del mundo uno mejor, en vez de a irnos a otro mejor inventado.

En días como hoy, lo repito y me lo repito, me hago el rosario entero anhelando redención, inspiración y esperanza.
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