Para ver que la derecha está llena de sinvergüenzas ventajistas, vivos y sin escrúpulos basta mirar a todos los dirigentes del PP y de VOX que están en la cárcel, a los que están juzgados y a los que han sido condenados. Sin olvidar incluir también a los que les prescriben los delitos o los que tienen algún tipo de inmunidad. A esos ladrones, la actual dirigencia de sus partidos no les pide arrepentimiento ni que pidan perdón por sus fechorías ni que dejen de celebrar su riqueza cuando recuperan la libertad y con ella, por lo común, también todo lo que han robado.
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Para toda esa gente, estar en la política y robar es como empujar a alguien cuando no hay sitio en la balsa: su sentido común de supervivientes con derechos especiales. Felipe VI no le va a pedir contricción a su padre. Ya pidió una vez perdón y era mentira.
El entorno de la derecha, en tiempos de crisis, pone juntos a una cuerda de
caraduras, tramposos y sinvergüenzas que aprovechan los momentos de incertidumbre y angustia ciudadana para enriquecerse. Se encuentran en los mismos lugares y no se pisan la manguera entre ellos. Salvo cuando la cosa se pone fea, que ahí ya no hay amigos (que se lo digan a Cifuentes y a Ignacio González o a Casado y a Díaz Ayuso).
Esa derecha de señoritos de toda la vida siempre ha gozado de las últimas novedades tecnológicas para afianzar su abuso. Controló históricamente la iglesia, las universidades, los periódicos, las radios, las televisiones, los clubes de fútbol, la idea de patria, los desfiles y las procesiones y ahora las redes sociales, whatsapp, instagram y cualquier cosa que pudiera servir para pensar y que ellos las usan para que no pienses.