El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

martes, 4 de enero de 2022

Urkullu, aparente crítica, muchos aspavientos, ninguna respuesta.

Primer lunes del año y volvemos a lo cotidiano.
Y analizando un poco el último discurso del Lehendakari nos damos cuenta de lo "interesante" que resulta que cambia algo para que no cambie nada.
Para empezar, quiso enviar un mensaje de disciplina, y él el primero, claro está, con una innecesaria mascarilla que le llevó a suplir la falta de lenguaje facial con un movimiento de brazos y manos imposible de descifrar. 

El poder político solo se muestra autocrítico de manera genérica, dando por supuesto que nada de lo fundamental puede ser cuestionado.
Pero las grandes preguntas sin respuesta siguen ahí:
¿Cómo es que Euskadi ha permanecido durante dos años a la cabeza de los contagios en España?
¿Cómo es que la comunidad que gasta más en sanidad por habitante en términos absolutos se sitúa a la cola en comparación a su PIB?
¿Cómo es que el ocio, la hostelería y los eventos culturales sigan considerados focos de contagio y nadie se fija en la transmisión en los lugares de trabajo o en el transporte de viajeros? 
¿O cómo es que las medidas aplicadas para finalizar el año no podían adoptarse una o dos semanas antes sin que hubiese objeción jurídica alguna para ello?

En las grandes crisis, y hasta en las pequeñas, los gobernantes se sienten vivamente interpelados porque les empequeñecen. Y formulan preguntas cerradas a conveniencia con la intención de que las respuestas avalen continuar igual.

Foto: Mikel Arrazola en El Correo