Marine Le Pen es fascista, como su padre, aunque disimulada por una
pátina de modernidad. Marine Le Pen es antieuropea, como su padre, aunque ahora quiere destruir la Unión desde dentro y no desde fuera. Marine Le Pen es traidora a su país, como su padre fue golpista contra De Gaulle, porque es patriota, pero no de Francia, sino de la patria de la autocracia, el Kremlin.
Pero no ha sido condenada por todo ello, sino por corrupta, por un delito de dinero. Por malversar, ella, su pareja y otros dirigentes de su partido, fondos públicos europeos: es decir, de todos nosotros. Le pasa como Al Capone: no se le condenó por lo más grave, sus múltiples asesinatos, sino por otro delito también grave, pero menos, el fraude fiscal. La pena es consistente: prisión atenuada mediante dispositivo electrónico, y cinco años de inhabilitación para ocupar cargos ejecutivos. Esta inhabilitación entra en vigor ya, aunque la condenada presente recurso.
Aunque no se si la Justicia española esta al nivel necesario para eso. La Justicia francesa a demostrado muchas veces que no se arruga ante los políticos y/o poderosos. La española, ha demostrado lo contrario.