Cada día tenemos nuevos ejemplos que nos muestran que con dinero y buenas conexiones políticas, la prepotencia puede salir reinante
y si te dicen que lo que quieres hacer es ilegal, que no se puede tirar un edificio histórico, simplemente porque te apetezca aunque sea tuyo, les sonríes, palmadita en la espalda, lo tiras, aguantas estoicamente la primera bronca, se lleva el tema a juicio, pueden pasar años, y al final te cascan una multa de 50.000 euros.
Te rompes las vestiduras por fuera y te descojonas por dentro.
Ahora a construir y a sacar rentabilidad a aquellas cuatro piedras viejas.
Va camino de convertirse en una autocracia que impone la voluntad del presidente sobre todo, incluso sobre la justicia.
Ambos, Putin y Trump, son grandes colegas desde hace años, como hemos repetido algunos reiteradamente.
Y sus intereses no se dirigen prioritariamente al bienestar de sus ciudadanos.