El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha invitado a visitar su país a su homólogo israelí, Benjamín Netanyahu, desafiando así el derecho internacional al ignorar la orden de arresto emitida contra el mandatario israelí por el Tribunal Penal Internacional (TPI) el pasado noviembre.
Otro acto más chulesco y provocador del líder húngaro.
Está legalmente obligada a detener a Netanyahu en cuanto pise el país, pero Orbán ya adelantó, sin embargo, que no solo incumpliría la orden de detención, sino que le pondrá alfombra roja hasta su despacho.
El líder húngaro es la expresión más extrema de la división actualmente generada en la UE por la política internacional.
¿Y hasta cuando hay que aguantar sus insolencias sin tomar medidas que puedan llevar, si es necesario, a su expulsión?