El sábado 18 de octubre, unos siete millones de estadounidenses salieron a las calles para rechazar lo que perciben como el desmantelamiento de la democracia norteamericana por parte de la administración de Trump. Las protestas bajo el lema “No Kings” —pacíficas, plurales, decididamente cívicas— se han convertido en la mayor manifestación pública en la historia de EE UU. El ambiente en las marchas fue abrumadoramente alegre y pacífico: los manifestantes portaban pancartas en defensa de los principios estadounidenses de democracia, libertad de expresión, igualdad y Estado de derecho. Y hubo una sorprendente ausencia de violencia: en varias ciudades importantes, incluida Nueva York, la policía local informó de cero detenidos vinculados a las manifestaciones.
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