Andan varios presidentes, elegidos o no, o incluso mas o menos discutiblemente elegidos, intentando reformar sus propias leyes internas para que su reelección pueda ser indefinida.
Parece que cuando algunos llegan al poder, empiezan a creerse los mas guapos y los mas listos y se autoconvencen de que con ellos en el poder el país va a ir mejor que con cualquier otro. Les empieza a gustar los primeros síntomas de caudillismo que se empieza a respirar en su entorno y de eso a empezar a ver traidores, conspiradores e innecesarios compañeros alternativos solo hay un tris.
Y eso ocurre en la América profunda (Véase estos días en Honduras, Nicaragua, ...), en los pequeños territorios caribeños, en los emergentes países africanos, en la gigantesca Asia, ... y en las cercanas administracioes europeas.
¡¡Líbrenos el cielo de semejantes libertadores!!
Con lo fácil que sería decretar universalmente que una misma persona y su equipo, en el mismo puesto político de carácter ejecutivo, el "con ocho años basta".
¡Cuantos problemas nos ahorraríamos todos y todas!