Es difícil encontrar un latiguillo político que no esté sobado para definir esta semana boba. A Rajoy se le atribuye una respetable habilidad en este tablero. Así por ejemplo, los estrategas tienen desplegadas sobre la mesa algunas de las maniobras que puede llevar a cabo el señor en funciones de La Moncloa, al que tanto los socialistas como los de Ciudadanos mantienen bajo vigilancia, en la creencia de que está obligado a mover ficha, más después de la dimisión del ministro Soria.
Aunque las encuestas le favorecen, tiene que lanzar un último gesto para cargar la culpa definitiva al pacto Sánchez-Rivera que ha impedido la solución a tres:
-Que Rajoy proponga a los socialistas el dichoso Gobierno de Coalición con una novedad: que ni él ni Pedro Sánchez sean presidentes.
-La solución a lo Borgen, la serie danesa que convierte a un partido pequeño y naranja, el de Birgitte Nybort, en primera ministra. Naturalmente, el papel de Nybort se repartiría a Albert Rivera.
-La figura de la "personalidad independiente" capaz de presidir un gobierno de coalición, que no de concentración.