Se les llena la boca hablando de patrias, manifestando su amor por los colores de las banderas que proclaman amar y defender o incluso algunos haciendo el doble juego de aparentar ser patriota y progre a la vez. Nos intentan engañar descaradamente y muchos les entran al trapo de manera ridícula y/o esperpéntica.
En Público he leído que los jefes de Estado y de Gobierno, sus familiares o los políticos que, según muestran los documentos que han salido a la luz, constituyeron sociedades opacas para ocultar sus desfalcos, su patrimonio o, simplemente, para no pagar impuestos no han engañado a nadie. Bastaba sumar dos más dos.
¿Que por qué las grandes potencias, el G-7, el G-20 o el punto G se han mostrado incapaces de acabar con los paraísos fiscales, una vez que fue palmario que se encontraban en el origen de la crisis financiera internacional? Pues porque muchos de quienes se sentaban en esos cenáculos eran sus principales clientes.
Estamos comprobando lo que ya sabíamos. Según parece, Putin ha robado a manos llenas y le ha servido de testaferro un amigo violonchelista; también lo han hecho los jeques del Golfo o los golfos de los jeques; los Messi han querido seguir regateando a Hacienda; y hasta hemos descubierto que la hermana del emérito, sin tocar el violonchelo, ha tenido una cuenta oculta en Panamá por si venían mal dadas, se supone que a ella y a su familia.
¿De verdad que hay alguien asombrado?