El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

sábado, 2 de abril de 2016

Será un gobierno 2+1 ... o no será.

El tono, lenguaje y modos en la discusión triangular PSOE-Ciudadanos-Podemos se civiliza. En parte porque Pablo Iglesias se percató de que la invectiva agreste zahiere a muchos de sus votantes.Y por otros motivos. Uno es la debilidad de los tres líderes. Pedro y Pablo lucen o tensiones o fracturas internas en sus partidos, así que cualquier logro puede amainarlas; Albert sigue necesitando resultados más tangibles para acabar de consolidarse.Otro incentivo es el coste de oportunidad: sean más o menos favorables las encuestas, la alternativa al no-pacto —elecciones— les entraña incertidumbre (y al PP, IU y los nacionalistas) y, pues, posibilidad de empeorar las —precarias— posiciones adquiridas.Y el tercero es el calendario. Agotar el plazo acelera la exploración de si los acuerdos son posibles, pues nadie quiere aparecer como culpable del desacuerdo; y porque apurar el tiempo hasta el último minuto ritualiza ante los propios que el líder se ganó el sueldo, hizo cuanto pudo. Una discreta presión adicional es la de los parlamentarios electos, que si no, podrían perder poltrona.Es mejor lo bueno que lo malo, y suele serlo un pacto que un pleito.
Está claro que los tres no entrarían de la misma panera. Más que tres en uno será un dos mas uno. Pablo tendrá que seguir evolucionando hasta aceptar abstenerse. No veo otra historia a corto plazo.
Lo último de lo último, unas elecciones que permitan resucitar a Rajoy. Eso sí que no se lo perdonaríamos ni a Pedro ni a Pablo, ni a ninguno de los allí presentes.