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Ni la hermanísima del rey, ni el futbolista sentado esta semana en el banquillo son tontos. Hay que ser muy inteligente para jugar así al fútbol. Reirse de los que pagamos impuestos merece una pena algo más que simbólica. Eso sí, ¡qué pena y qué rabia me dan toda esa gente que acude a las puertas de los tribunales para aplaudir a estos presuntos delincuentes que van a salir con una pena ridícula!
Algo que además, supondrá un peligrosísimo precedente para futuros delincuentes.