Un 18 de Julio, fecha clave en la sublevación militar fascista del 36, y en la celebración del 40 aniversario del Teatro Fernán Gómez, qué mejor que la representación de la obra estrella del autor y ganador del Premio Lope de Vega en 1977, LAS BICICLETAS SON PARA EL VERANO de Fernando Fernán Gómez en el teatro que lleva su nombre.
En el verano de 1936 estalla la Guerra Civil. En la ciudad de Madrid, la familia formada por don Luis, su esposa Dolores y sus hijos, Manolita y Luisito, comparten la cotidianidad de la guerra con la criada y los vecinos del edificio.
Luisito, a pesar de haber sido suspendido, quiere que su padre le compre una bicicleta. Pero la situación va a obligar a postergar la compra. Y el retraso, como la propia guerra, durará mucho más de lo esperado. Ya que las tropas de Franco y los republicanos estarán constantemente en guerra, haciendo que muchas familias mueran, por hambre o fusilados.
Luisito, a pesar de haber sido suspendido, quiere que su padre le compre una bicicleta. Pero la situación va a obligar a postergar la compra. Y el retraso, como la propia guerra, durará mucho más de lo esperado. Ya que las tropas de Franco y los republicanos estarán constantemente en guerra, haciendo que muchas familias mueran, por hambre o fusilados.
A pesar de contar con personajes de alto valor dramático, el acierto de la obra radica en una sabia combinación de elementos costumbristas con elementos trágicos y realistas.
Me ha llamado positivamente la atención la mayoritaria asistencia de un público joven que permite seguir albergando la esperanza de que en este sector clave de la población también se asiente la idea de que la guerra, siempre impregnada de religión, nacionalismo radical e ideología solo es el preludio de miseria, hambre, muerte y un odio que dura generaciones.
¡Ojalá hayamos aprendido de la experiencia contada!
Me ha llamado positivamente la atención la mayoritaria asistencia de un público joven que permite seguir albergando la esperanza de que en este sector clave de la población también se asiente la idea de que la guerra, siempre impregnada de religión, nacionalismo radical e ideología solo es el preludio de miseria, hambre, muerte y un odio que dura generaciones.
¡Ojalá hayamos aprendido de la experiencia contada!