Bruselas tiene sobre su mesa tres cuestiones territoriales especialmente graves: Ucrania, Gaza y el Sur Global, y por encima de todas elles, una de carácter estructural como es la defensa.
Ucrania: Debemos prepararnos para un largo periodo de tensiones con Rusia, que puede tener la tentación de provocar política y militarmente a otros de sus vecinos, como las repúblicas bálticas o Finlandia.
Palestina: Para que Europa sea un actor relevante en la búsqueda de esa solución, tenemos que estar más unidos Es imprescindible actuar en concierto con EE UU y apoyar la iniciativa para hacer viable la solución de los dos Estados que los países árabes están preparando.
Y el llamado Sur Global. Esos países tienen su propia dinámica y las guerras en Ucrania y Gaza han incrementado su espacio político y tenemos que evitar que se instale la narrativa de que en Oriente Próximo y en Ucrania se está forjando una alianza del ‘Rest Against the West’ (El resto contra Occidente).
Todas ellas son guerras diferentes, con causas diferentes, pero son también las viejas guerras por el territorio, de pueblos que luchan por su tierra.
Todas ellas son guerras diferentes, con causas diferentes, pero son también las viejas guerras por el territorio, de pueblos que luchan por su tierra.
La defensa europea:
Desde la crisis de 2008, Europa ha entrado en un largo periodo de desarme silencioso y nuestra industria de defensa se ha quedado pequeña. Nuestros ejércitos tienen que trabajar mejor juntos, tener mayor interoperabilidad y coordinación para lanzar misiones conjuntas. Y no se trata al día de hoy de tener un ejército europeo, sino de poder movilizarlo de forma conjunta y coordinada para hacer frente a los retos comunes.
En definitiva, reforzar nuestra unidad, sin la cual somos irrelevantes, en un mundo cada vez más multipolar y donde se generaliza el uso de la fuerza para resolver los conflictos, es imprescindible para nuestra supervivencia.