No es Eurovisión, precisamente, el lugar que deba utilizarse para dirimir qué países respetan suficientemente los derechos humanos y, en consecuencia, merecen participar en el archiconocido festival. Entre otros motivos porque, desde la lógica de los derechos humanos, a todos los países participantes se les podrían señalar graves violaciones de derechos en mayor o menor medida que los dejarían en evidencia.
Sin embargo, cierto es, que la propia organización de Eurovisión señaló una frontera cuando sentó un precedente que debería servir como vara de medir también en esta edición al impedir a Rusia participar en el festival tras la invasión de Ucrania.
Una vara de medir que debería aplicársele a Israel.
Sin embargo, cierto es, que la propia organización de Eurovisión señaló una frontera cuando sentó un precedente que debería servir como vara de medir también en esta edición al impedir a Rusia participar en el festival tras la invasión de Ucrania.
Una vara de medir que debería aplicársele a Israel.