www.eldiario.es/escolar/ser europeo |
La construcción nacional española fue incorrecta e incompleta. La patria, la soberanía del pueblo, eran un invento progresista, que venía de una Revolución Francesa que convertía a los súbditos en ciudadanos. Pero en España fracasó la patria del pueblo y triunfó su versión reaccionaria: el nacional catolicismo. Una construcción que, de tan deficiente y excluyente, se cayó después a trozos y nos legó un país acomplejado, incluso cuando dejó de tener motivos para ello.
España, con todos sus problemas, es hoy uno de los países más prósperos del mundo y en gran medida se lo debemos a la Unión Europea. Una Europa imperfecta, mejorable, que en muchas ocasiones decepciona –como ahora ante el genocidio de Gaza o con su hipócrita política migratoria–, pero que se parece más a ese ideal de libertad, igualdad y fraternidad que aquí llegó más de un siglo tarde. No hacen falta muchas ucronías para imaginar cómo sería este país si no hubiéramos entrado en la UE: uno peor, eso es seguro.
La Unión Europea ha sido un éxito civilizador, la construcción política que más felicidad ha generado a sus afortunados habitantes. Fueron los europeos quienes inventaron el estado del bienestar. Y también quienes lograron traer la paz a un continente violento, depredador, colonialista y que provocó las grandes guerras mundiales.