Lo que está pasando estos días en EEUU sobrepasa el mayor esperpento soñado por mente racional.
Que Trump no pierda votantes tampoco significa que los gane. Nadie puede predecir en este momento el efecto de esta situación inaudita sobre la campaña americanas . Esto explica la prudencia de los demócratas, que han renunciado ya a tratar de escandalizar a unos votantes curados de espanto.
Se centran en el mensaje, en mi opinión el más razonable, de que un regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza la democracia misma, entendida como el imperio de la ley. Y no solo la americana, porque como ya hemos comprobado, la llegada de un "loco" a la Casa Blanca, ya provocó el efecto cascada en Brasil, en otros países sudamericanos, como Argentina, en Europa, con partidos radicalizados a la derecha como en Italia, Francia, Alemania, Hungría, Polonia, y la misma España.
Esa y no otra es la verdadera cuestión, y no la puede resolver ningún juzgado, sino los votantes en las urnas.
Esa y no otra es la verdadera cuestión, y no la puede resolver ningún juzgado, sino los votantes en las urnas.