Comentaba hace unos días Xabier Zabaltza en EL PAIS que en las últimas semanas, varios acontecimientos han hecho que se volviera a hablar del estatus de Navarra. En primer lugar, el atentado de Barajas. En segundo lugar, la propuesta de Batasuna de una autonomía común con Álava, Guipúzcoa y Vizcaya "dentro del Estado español". Y finalmente, la posibilidad de que Unión del Pueblo Navarro-PP pierda las elecciones forales, lo que le ha llevado a movilizar a sus huestes en defensa de la sacrosanta identidad del Viejo Reyno.
Al terminar el artículo termina cuestionandose si, con la aprobación de los nuevos estatutos de autonomía, no resulta anacrónico el artículo 145.1, que prohíbe la federación entre las comunidades autónomas. Porque, a medio plazo, ésa es la alternativa: federalismo en lugar de autodeterminación, pragmatismo en lugar de reivindicación constante de derechos legítimos pero impracticables, cooperación en lugar de territorialidad, bilingüismo como objetivo y no como mal menor...
Acatar el statu quo no significa renunciar a cambiarlo, sino aprender a distinguir de una vez los deseos de la realidad e incluir elementos de racionalidad en el debate.
Terminaba diciendo que precisamente eso, los elementos de racionalidad, es algo que a los vascos y a las vascas, y no sólo a los de Navarra, nos hace mucha falta.