Mi Europa es la que reivindicó ayer Javier Solana en Aquisgrán, al recibir el Premio Carlomagno: “un actor global, hablando con una sola voz, factor decisivo en la paz y la estabilidad mundiales, elemento insoslayable en la solución de cualquier conflicto o crisis internacional, punto de referencia para un mundo basado en normas e instituciones sólidas y respetadas”. Un sueño, en suma. Pero un sueño necesario.