Puede ser un buen titular de domingo. La Iglesia Católica borra de forma definitiva, después de siglos, el concepto de limbo. Dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena. El limbo, ese lugar donde, según la tradición, y según mantenían siglos de enseñanzas, se colocaba a los niños que morían sin recibir el bautismo, o sea, a la gran mayoría de la humanidad desde que ésta existe, amén de las almas que puedan vivir fuera del planeta.
Al parecer, se han puesto a estudiar el tema y han considerado que refleja una "visión excesivamente restrictiva de la salvación", algo que comparto plenamente, tal como se afirma en un documento publicado hace unas semanas por la Comisión Teológica Internacional, que depende de la Congregación para la Doctrina de la Fe al asegurar que existen "serias razones teológicas para creer que los niños no bautizados que mueren se salvarán y disfrutarán de la visión de Dios". Pues lógico.
¡En fin!, señores mayores, indudablemente muy inteligentes y dedicando tiempo a este tipo de discusiones cuando, no seré yo quien les replantee sus ordenes del día pero, seguro que tienen temas por resolver pendientes y que afectan mucho más a la gente y que son bastante más importantes.
¿Habrán tenido en cuenta que, de existir, hace tiempo que debia de haber estado abarrotado?
En cualquier caso, amigo lector, nada de relajaciones. Han suprimido el limbo por decreto, pero el infierno, aun no y sigue muy vigente todavía. Y es más, en la vida real, en la cotidiana, en la de los problemas de verdad, los palpables, los del día a día, el limbo nunca ha sido una meta de las personas que nos gusta mostrarnos activas, participativas y con iniciativa propia. Suelen ser tres motivos serios para estar en un sitio u en otro. Y claro, sin "dioses" que te apoyen, el "garito caliente" está casi predeterminado.
¿Habrán tenido en cuenta que, de existir, hace tiempo que debia de haber estado abarrotado?
En cualquier caso, amigo lector, nada de relajaciones. Han suprimido el limbo por decreto, pero el infierno, aun no y sigue muy vigente todavía. Y es más, en la vida real, en la cotidiana, en la de los problemas de verdad, los palpables, los del día a día, el limbo nunca ha sido una meta de las personas que nos gusta mostrarnos activas, participativas y con iniciativa propia. Suelen ser tres motivos serios para estar en un sitio u en otro. Y claro, sin "dioses" que te apoyen, el "garito caliente" está casi predeterminado.