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Escribe J.J. que plantear la vía plebiscitaria como «un escenario de acumulación de fuerzas» nacionalistas en lugar de como un espaldarazo a un acuerdo político previo «entre las diferentes sensibilidades y tradiciones políticas» contraviene «el espíritu y la letra» de la doctrina oficial peneuvista, plasmada negro sobre blanco en el texto que la dirección jeltzale aprobó para marcar el rumbo de la 'normalización política' del país. Pues eso, que seguir apostando por EA y EB-Aralar de cara a próximas legislaturas es cerrar los ojos a una realidad que, nos guste o no, deja a las claras que el cauce central de este País lo formamos el nacionalismo de nuestro Partido y el socialismo del PSE-EE. Y lo demás es marear la perdiz.
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Somos muchos los que dudamos de la bondad de la fórmula del tripartito, más aun de su futuro y vemos innecesario reabrir nuevos motivos de enfrentamiento como el de la propuesta de Estatuto que se aprobó en Vitoria y se rechazó en Madrid.
En cualquier caso, el acuerdo de gobierno suscrito en junio de 2005, en el que se dejó claro que la consulta sería siempre posterior al pacto entre los partidos políticos y se convocaría «en ausencia de violencia», condiciones ambas subrayadas por Ibarretxe en su discurso de investidura, deja claro que por lo que hay que trabajar ahora es por crear dinámicas de consenso y acuerdos, y que lo demás, caerá por su propio peso.