Uno de los primeros que, una vez asentada la democracia, fue "invitado"*** a abandonar el noble trasatlántico denominado "EAJ-PNV", fue el abogado y ex-diputado general de Alava, Emilio Guevara.
Ayer le hacían una entrevista donde, entre otras muchas cosas, decía que nuestro antiguo partido sigue sin reaccionar del tremendo error del pacto de Lizarra y de los años perdidos de Ibarretxe, sigue sin reaccionar en términos de construcción democrática del país. Comenta que le ve en un papel de oposición, confuso, facilón, acudiendo muchas veces a la demagogia, y del que no ve salir ideas claras sobre a dónde llevarían al país en caso de que hubiera alternancia.
Lo que dice ver, la oposición facilona y la tentación de otro Lizarra, y no ver, ideas claras, son sensaciones compartidas, tengo la sensación de que cada vez por más gente, y que sin duda, y si no hay significativos movimientos de ficha en el tablero político, repercutirán de manera significativa en los resultados electorales que, de aquí a un año, estaremos comentando, si la salud y las ganas nos acompañan, en este mismo blog.
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Él lo fue por discrepar, en su momento, de las opiniones del entonces presidente, Xabier Arzalluz. Varios lustros después, y de la misma manera que otros muchos entre tanto, evidentemente unos más "renombrados" que otros, lo fui yo mismo por discrepar con el entonces Lehendakari en los artículos que escribía en este humilde blog.
Él lo fue por discrepar, en su momento, de las opiniones del entonces presidente, Xabier Arzalluz. Varios lustros después, y de la misma manera que otros muchos entre tanto, evidentemente unos más "renombrados" que otros, lo fui yo mismo por discrepar con el entonces Lehendakari en los artículos que escribía en este humilde blog.
No sé por qué he recordado las cazas de brujas que nos explicaron ayer en Zugarramurdi. Y es que, tanto entonces como hoy, el problema, en la política vasca y en la vida misma, no fueron ni son, o somos, las brujas y brujos que humildemente mostramos nuestras opiniones. El verdadero problema, y la desgracia de este país, está en sus inquisidores que, con sotana o desde el ejecutivo de cualquier partido, intentan limitar la libertad de los demás en nombre de algún valor supremo del que solo ellos se consideran verdaderos portavoces.