Salía yo de trabajar,
pensando en los molestos iluminados
que en nuestras vidas cotidianas
siguen creyéndose vanguardías y guías
de los que somos, en su opinión, rebaño a reconducir,
ya sea en la política, en el sindicalismo o en la religión,
y me encontré con esta farola,
que a plena luz del mediodía,
insistía en iluminarme y enseñarme el camino.
Simbólico, ¿No?