Por fin se ha dado cuenta de que ya no interesaba ...
ni a sus victimas, evidentemente,
y su estado policíaco no podía contener
la enorme ola de indignación y descontento popular,
ni a sus compañeros "verdugos",
que se han dado cuenta de que,
quitándole a él,
y dando "un poco de canchita" a los "representantes"
del enorme descontento popular,
"la cosa" podrá seguir funcionando parecido, o incluso mejor.
El nuevo representante público de la sociedad egipcia
a corto plazo no necesitará uniforme militar,
ni cara de ogro,
lo importante es que siga siendo fiel a la capital del imperio,
que no modifique sustancialmente su mensaje con respecto al vecino del norte,
y que no permita que los extremistas religiosos tomen el poder.
Y ya está, con eso, casi todos contentos, y a pasar página.
Yo añadiría, para Mubarak,
sus amigos y para muchos de sus ahora ex-amigos,
una frase que desde hace tiempo mantengo en el pie de este blog:
"que las pulgas de mil camellos egipcios
les acompañen el resto de sus días".
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